MOSQUITOS LIPOSUCCIÓN
A veces me quedo mirando fijo a un mosquito posado en mi brazo, con esa elegancia de bailarina borracha que tienen antes de perforarte la dermis. Le hablo. Le susurro incluso. Le digo: “No, aquí no, alma de insecto. Baja un poco. Hay zonas más agradecidas. El flotador, por ejemplo. Esa barriga cervecera que me acompaña desde los treinta. Chúpame ahí. Haz patria. Sé útil.”
Pero no. Vienen a por la sangre, como si fueran
parásitos del romanticismo. Como si succionarme glóbulos fuera poético.
Vampiros de saldo. Y eso que podrían cambiar la historia de la humanidad si
aprendieran a chupar grasa. Serían adorados, criados en colonias. Les daríamos
nombres: “Este es el Rubens, chupa flancos”; “Esta es la Carmina, va directa a
los michelines del brazo”. Tendrían perfil de Instagram, hashtags propios:
#Mosquifit, #MuerdeLaLonja, #AdelgazoEnPicotazos.
El mundo sería otro. En vez de sprays repelentes, venderían perfumes
afrodisíacos para atraerlos. Campañas públicas del Ministerio de Sanidad: “Deja
que te piquen, deja que te quieran”. Las playas se llenarían de cuerpos
plácidos, entregados, dejando que los mosquitos hicieran su trabajo mientras
uno se zampa un cruasán de mantequilla con la impunidad del que sabe que lo
pagará con picotazos adelgazantes al atardecer.
Yo, sinceramente, tendría uno entrenado. Le llamaría Liposuck. Dormiría en una jaula con sábanas de algodón egipcio y tendría succionadores de repuesto por si se cansara. Haríamos pactos. Hoy el muslo derecho, mañana los mofletes, pasado el doble mentón.
Pero no. Pican donde más escuece y menos sirve. Te joden el tobillo, te inflaman el párpado, te zumban en la oreja justo cuando la vida parece haberte concedido cinco minutos de paz. Y al final, como siempre, el mundo sigue siendo absurdo. Los mosquitos chupan sangre, el azúcar engorda, los ex te espían desde cuentas falsas, y tú sigues ahí, con hambre de todo y sin que te sobre más que tiempo para imaginar lo que no existe.
Quizás por eso los odio y los envidio a la vez. Ellos, al menos, saben exactamente lo que quieren.
«Catalunya no és Espanya. Espanya és una realitat plurinacional que encara no ha estat acceptada» (Jordi Pujol i Soley, nacido el 9 de junio de 1930 y que llegó a hablar catalán en la intimidad con Aznar y con otr@s much@s a l@s que convirtió. Por cierto: buscar, comparar y, si encontráis a alguien mejor, votarlo)
Hubiese cumplido 84 años pero a los 71 partió corriendo tras su estrella. Todavía no la alcanzado a pesar del ritmo que le puso él y sus amiguitos.
Motor i mirada
Em vas dir que anaves a buscar gel. Però vas arrencar com qui fuig d’un crim, amb la Harley traient foc i la samarreta de tirants enganxada a l’esquena per la suor o per la pressa. Jo vaig sortir darrere, sense sabates, cridant-te el nom que només t’agrada que digui a mitja nit. No et vas girar.
El gos va bordar, la veïna va aplaudir.
Ara cada revolt que prenc em recorda la línia del teu coll quan acceleraves. I et juro que si et trobo, et beso o et foto una hòstia. O les dues coses.
Molt bons!
ResponderEliminar;D
ResponderEliminar