EL MAR ES INFINITO
El cielo guarda el secreto y el mar lo comparte en voz baja. La playa recién peinada huele a sal y a metal húmedo; la arena, fría, sube por mis plantas como un animal manso. Me paro justo donde el agua firma su frontera y te nombro, primero en la boca, luego en la lengua. La palabra sabe a bruma.
Dicen que el mar es infinito. Yo lo siento en la piel cuando la primera ola me lame los tobillos y sube con descaro. Me desabrocho la chaqueta: el viento me muerde, el agua me consuela, y entre ambos se abre un pasillo para el recuerdo de tu cuerpo. Tus manos eran mareas: venían sin permiso y, cuando se retiraban, me dejaban brillante.
Camino despacio hacia dentro. El agua me envuelve los muslos y me eriza hasta los dientes. Pienso en tu modo de esperar, esa paciencia que parecía rezar con los dedos. Yo decía "más" y tú obedecías como una promesa cumplida. La espuma se rompe en mi vientre y, por un segundo, todo vuelve: la nuca ofrecida, los besos inclinados, tu risa rota cuando por fin te dejabas caer.
No hay gaviotas ni turistas. Mejor: el rumor me habla claro. El mar entra y sale, insiste, aprende mi ritmo. Bajo la mano y palpo la orilla de mí mismo, ese borde que se despierta con un sí. No es nostalgia, es hambre mansa, la clase de deseo que no hiere: calienta.
Pienso que lo infinito no es el agua sino la forma en que tu cuerpo me enseñó a respirar: adentro, afuera; tomarte, soltarme; repetir sin cansancio hasta rendirnos como dos playas que se encuentran a oscuras. Yo contra ti, tú contra mí, las olas de testigo.
Escribo en el aire, como entonces en tu espalda húmeda: «vuelve». No para siempre, qué palabra tan torpe; vuelve ahora, mientras la luz se rompe en plata y el mundo olvida su reloj. Yo seré marea, tú costa. Nos repetiremos hasta entender que sí: el mar, el deseo, lo nuestro— cuando arde con cuidado— también es infinito.
«No puede haber reforma política ni democracia en ningún país árabe sin aceptar que el islam político forma parte de ello.» (Al caballero que dijo esto, Jamal Khashoggi que nació un 13 de octubre de 1958, lo descuartizaron vivo el 2 de octubre de 2018 en la embajada saudí en Turquía por orden del príncipe Mohamed bin Salmán de ocupación, hiper millonario)
Y el señor del vídeo anda dando saltos para celebrar su 78 cumpleaños. Bueno, tal vez sean saltitos...
Semàfor verd a dins
Al replà, el món fa pudor de tarda i de dubte. Jo compto fins a no sé quants i el cor marca un riff elèctric. “Salta”, xiuxiueja l’ascensor aturat, insolent. La ciutat sota meu parpelleja com un neó vell; jo, amb els genolls balbes i la boca plena d’aire, signo el permís. No hi ha xarxa, només l’eco de qui vull ser. Em deixo anar: una respiració, una rialla, el soroll es trenca i em sosté. Si caic, que sigui endavant. Si volo, que sigui ara.
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