LLAVE DE REPUESTO
Hoy borra su nombre del móvil como quien arranca una tirita: rápido, sin mirar. Vacía el cajón: entradas de cine, un ticket del kebab, la nota con su letra torcida. Mete todo en una bolsa y la ata fuerte. Huele a lavandina y a domingo, mezcla que promete limpieza.
En la puerta, el gesto se atasca. La llave que él dejó brilla como una uña recién pintada. Podría tirarla por el desagüe, podría. En cambio, la desliza al fondo del buzón “por si…”. Luego sube el volumen del timbre y baja las persianas a medias, como quien ensaya oscuridad pero deja rendija.
En el contenedor, la bolsa cae con ruido de despedida. Ella da dos pasos, tres. Regresa. Saca la nota arrugada y se la guarda en el sujetador. Por si el pecho también necesita una contraseña.
«Uno siempre se pregunta por los caminos no tomados.» (Seguro que Warren Christopher que hoy cumpliría 100 años se hizo esa pregunta en innumerables ocasiones. Lo importante es encontrarse bien con el camino recorrido… eso último lo he escrito yo, que conste)
Aunque hoy cumpla 51 años no sé si será de las que hoy lloran o ríen. Temblar seguro que tiemblan tod@s en su País cuando escuchan la motosierra.
Al balcó, la ciutat esperava plors que no li devia. Jo, amb la veu cosida de lluentons, vaig dir que estava bé, que el poble era casa, que l’amor era suficient. A dins, l’ascensor esborrava promeses entre pisos, i l’ombra del xofer comptava les hores. No ploris per mi, vaig repetir, com qui es renta les mans amb perfum barat. A la plaça, una banderola tremolava; al meu pit, només tremolava un botó mal cosit. Quan van apagar els focus, ningú va mirar amunt: ja s’havien après el comiat

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