miércoles, 31 de julio de 2024

OLA DE CALOR EL 31 DE JULIO: ¡QUE RARO! ¿VERDAD?


 Me encuentro sentado en el balcón, un 31 de julio infernal, mientras el sol se ríe a carcajadas allá arriba, como si supiera algún chiste cruel del que todos formamos parte. El calor es tan brutal que hasta las cucarachas están considerando pedir asilo político en la nevera.

La ciudad parece un horno a máxima potencia, con las calles desiertas, porque ni los perros quieren aventurarse en esta sartén urbana. Si miras bien, puedes ver el aire ondulando, haciendo ese baile extraño que uno esperaría encontrar en el desierto de Sahara, no en esta jungla de concreto y desesperación. Las plantas en mi balcón han rendido su alma a algún dios del clima, y las hojas están tan crujientes que podrían usarse como guarnición en una ensalada.

He intentado todo para no derretirme: un ventilador al que le he rezado más que a cualquier santo, una piscina inflable que ahora se siente más como un caldito de pollo, y duchas frías que solo logran darme un respiro momentáneo. Pero nada funciona. El calor se filtra por las ventanas, se cuela bajo las puertas y se aposenta en cada rincón, implacable.

Mi camiseta está empapada y pegada a mi espalda como si fuera parte de una conspiración para mantenerme incómodo. Salir a la calle significa enfrentar un golpe de horno en la cara, y hasta respirar parece un trabajo de tiempo completo. El asfalto derrite su propio alma, y los pocos valientes que se atreven a salir de sus casas parecen personajes de una película post-apocalíptica, moviéndose lentamente, como si cualquier esfuerzo adicional fuera el último.

En el fondo, sin embargo, hay una especie de resignación cómplice. Todos estamos juntos en esto, sobreviviendo a esta ola de calor que parece empeñada en hacernos cuestionar nuestras decisiones de vida. Nos miramos entre vecinos, sin decir nada, pero con una especie de entendimiento mutuo: "Sí, esto apesta. Y sí, sobreviviremos... tal vez."

Y aquí estoy yo, con una cerveza en la mano que perdió su frialdad hace más de media hora, mirando el termómetro y preguntándome cuándo este infierno se dignará a dar un respiro. Mientras tanto, sigo aquí, tratando de no deshacerme en un charco de autocompasión y sudor. ¡Feliz verano!

«La verdad no se encuentra en una mera correspondencia exacta entre nuestras afirmaciones y la realidad objetiva. Más bien, debemos aspirar a ella a través del diálogo y la discusión crítica» (Hilary Putnam, nacido el 31 de julio de 1926 se pasó la vida buscando la verdad… y nadie se atreve a decir si la encontró)

Y que cumplas muchos más de los 43 de hoy y puedas ver un montón de olimpiadas.


Somnis daurats

Darrere teu, la metàl·lica pressió de l'or. Els ulls fixos en la línia de meta, el cor batent com un tambor. Córrer, saltar, nedar, sempre més apressa, amb la mirada perduda en l'horitzó. Aquesta cursa sense fi, aquest anhel d'aconseguir la glòria. Però al final, què queda? Només una medalla freda i buida, que mai podrà omplir el buit del teu interior. Perquè la veritable victòria es troba en el camí, en els moments compartits, en els instants de llum entre l'esforç. Quan al final descobreixes que l'or més valuós és el que portes dins.

 

 

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