Cristina lo hizo por amor. La otra por sentirse amada. En medio de las dos el hombre deseado viendo como su fantasía era satisfecha: dos mujeres enlazadas en un beso, dos bocas femeninas juntas impulsadas por el mismo deseo. Dos lenguas abrazadas por una única pasión y, ante ellas, el hacedor de la obra sintiéndose como un dios, el genio creador de la belleza que inspira el abrazo sensual de dos hembras. No tenían porque hacerlo pero se acariciaron como solo a una mujer le gusta que se lo hagan: buscando en cada roce los puntos neurálgicos del placer. Él no quiso interrumpir aquél espectáculo del que era testigo privilegiado, temía que haciéndolo abortase de raíz lo que nacía de aquella unión. Todo cambió después de aquél encuentro.
Cristina envió un mensaje a Juan:
Hola,
Gracias por tu intención de ayudarme, y espero no hacerte perder el tiempo. Como te decía creó que he entrado en una página que no va conmigo, llevo de alta desde ayer y de algunos conozco ya sus intimidades y no su cara, me parece que se va muy a saco y yo busco una buena amistad con alguien a con quién compartir en todo caso fantasías e incluso temas cotidianos independientemente de que pueda convertirse en una amistad con derecho a roce pero no cómo objetivo principal. Eso sin contar que no me aclaro mucho.
Gracias por tu intención de ayudarme, y espero no hacerte perder el tiempo. Como te decía creó que he entrado en una página que no va conmigo, llevo de alta desde ayer y de algunos conozco ya sus intimidades y no su cara, me parece que se va muy a saco y yo busco una buena amistad con alguien a con quién compartir en todo caso fantasías e incluso temas cotidianos independientemente de que pueda convertirse en una amistad con derecho a roce pero no cómo objetivo principal. Eso sin contar que no me aclaro mucho.
Bueno, muchas gracias por todo”
Juan sabía mucho de tríos y de otras figuras geométricas. Pero nunca las construía juntas: a todas sus conquistas las hacía sentir como únicas. Y si alguna se quejaba al enterarse que era compartida, Juan siempre les decía que podían hacer lo mismo que él con la única condición que se lo dijeran. Ahora bien cuando la construcción era al revés, cuando eran ellas las que tenían otros amantes y obedecían la consigna de sinceridad que Juan les había hecho, la relación estaba acabada. Se sentía mal no saberse el número uno. Así se encontraba con sus dos últimas amantes: una le ocultaba e incluso le negaba sus encamadas con otros y la segunda, que era la que realmente le importaba, jugaba con él para intentar calmar sus necesidades de afecto y sexo. Queriendo reencontrarse con algo de autenticidad en su vida Juan siguió sus correos con Cristina:
Buenos días perdida en "La Red". Vamos a ver ¿pero qué esperabas encontrar en un lugar como este que se anuncia, especialmente, para personas comprometidas que quieran tener una aventura? Pues lo que te has encontrado: con los hombres del "saco" o, mejor dicho, del "paquete" para quienes la máxima aventura es ponerse delante de la pantalla del ordenador y fotografiarse -o autovisionarse- esa parte de su cuerpo que tan bien has conocido en esa jornada que llevas por aquí. Sin olvidarnos tampoco de ellas que debéis ser (y digo debéis porque ya me gustaría satisfacer mi "voyeurismo") parecidas a toda esa fauna que habitamos en estos lugares, pero añadiendo ese toque de "romanticismo" y "delicadeza" que nosotros olvidamos al ejercer de "hombres del saco".
Pero claro, siempre cabe la posibilidad que, en estos lugares encuentres un tipo de "rara avis" (me refiero a los varones) que pretenda echar una risas con las féminas que tenga en suerte contactar (contadas con los dedos de una mano de dos dedos) y si hay oportunidad de conocerse el "saco", se conoce y, si no, no se conoce porque entiende que no es necesario empezar por ahí.
Hasta cuando quieras, "atrapada en La Red"